Maritza Peguero
PUBLICADO EN CLAVE DIGITAL
lunes, 14 de junio de 2010, 08:54 a.m.
“El enemigo malo nunca duerme”. Eso pensé enfurecida cuando luego de haberme levantado mas temprano que de costumbre, luego de evadir dar vueltas por la casa perdiendo tiempo, luego de planear dejar sin mojar mis cactus, y luego de salir ataviada y cargada con mis cosas hacia el vehiculo para...llegar temprano al trabajo, encontré una llanta desinflada.
Dios!!!!!!!! Cuanto esfuerzo para no lanzar un grito de impotencia. Es que vivo en un sector donde no hay vecinos cerca, donde no pasan vehículos con frecuencia y además estaba la prisa por llegar al trabajo aguijoneándome.
Habían dos opciones: caminaba un gran trecho para buscar ayuda, o intentaba hacer una tarea que nunca, por dejadez o por falta de necesidad real había hecho. CAMBIAR UNA LLANTA. Opte por la segunda y puse manos a la obra. Saque una alfombrita del vehiculo, no sin antes poner la emergencia, Busque una piedra grande y puse un calzo a una de las llantas traseras, busque la llave de rueda, el gato y la varillita que le da vueltas al gato.
No teniendo quien me auxiliara entendí me tocaba lidiar sola con la situación. El sudor se mezclaba con mis lagrimas y me quejaba de mi mala suerte, con el consabido: ¿ porque a mi?. Me quejaba del lugar tan lejano en donde vivo, de mi llantas pinchada justo en ese momento, de mi inexperiencia en el asunto, de no tener un gato hidráulico . En fin no faltaban motivos para los lamentos.
Pero mientras lloraba no dejaba de intentar aflojar las tuercas y cada vez que chirriaban me asustaba pensando que estaba rompiendo la llave de ruedas. Me preguntaba si no estaría yo dando vueltas hacia el lado equivocado. Pero creía estar segura de que debía girar hacia la izquierda. Cuando mas desesperada estaba, uno de los tornillos cedió y entonces confirme que estaba en la vía correcta.
Era cuestión de aflojar los otros tres. Una vez hecho subí el vehiculo con ayuda del gato. Termine de aflojar los tuercas y taran, quite la llanta vacía, cuidando de no mover el vehiculo no fuera a caérseme encima.
Colocaba la repuesta, cuidando de que cada tornillo coincidiera con el hueco en el aro. Puse cada tuerca en su tornillo correspondiente y procedí a apretarlas un poco. Luego deje bajar lentamente el carro bajándolo del gato. Termine de apretar las tuercas, guarde el neumático desinflado en el baúl, me lave las manos. Saboree el dulce amargo de mis lagrimas sudorosas, me seque la cara y sonreí.
Una sensación de euforia, de logro, me embargo entonces: Por primera vez y por un momento pude notar algunos de los contratiempos que hacen sentirse a los hombres súper poderosos, súper inteligentes, súper necesarios y hasta creerse imprescindibles. Y es que en el infortunio aprendemos mas. No pretendo restar meritos...pero en verdad: Que fácil es cambiar un neumático!!!!!!!!
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