lunes, 15 de octubre de 2007

Mi adiós a Martha Sepulveda

Querida Martha.
Deja que te llame así aunque no me conociste y solo te vi una vez en la Gómez, esperando transporte talvez.
Déjame llamarte amiga porque eso fuiste para mi cada quincena cuando esperaba la Revista Pandora para leer tu pagina 80, 70 o cualquier numero con que identificaras la historia de ese día. Nunca me fije si el numero era consecutivo ni te lo pregunte, nunca te pregunte tampoco cual de esas historias narraba en verdad una anécdota de tu vida, lo que si se es que mas de una de nosotras se vio reflejada en ellas.
Nunca te envié tantas y tantas historias que me inspiraste o me recordaste al leer las tuyas, por eso amiga, permite que te pida perdón y te diga cuanto me duele haberte dejado ir sin decirte que llenaste muchos momentos de mi vida de felicidad al leer la última pàgina de la revista Pandora, última pàgina solo en el el orden en que estaba colocada porque para mi por ahí empezaba la revista, la cual editabas y nunca supe, porque a veces me torno ciega cuando no quiero ver.
Me duele que te fueras sin decirte nada porque ahora engrosas la lista de las personas con quienes quise compartir algo y que ya nunca podré. Me duele porque en ti perdí a la amiga, cómplice y camarada que hubiera querido tener, por tu forma de ver la vida, los hombres, la gente y por conocer tan bien el alma de la mujer y el hombre dominicanos, por comprender y traducir tan bien las trivialidades y darle ese toque pintoresco y travieso que a mi particularmente me atrapaba y obligaba a releer cuantas veces podía. Quería… contarte tantas cosas de mi, cosas de mis amigas para inspirar tu columna pero ya no estas... te has ido y yo no se hacer otra cosa que llorarte como si te hubiera conocido de toda la vida.
Adiós amiga.
Posdata:
Talvez donde estas no tengas internet, pero se que donde estes leeràs esta carta.

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